viernes, 1 de mayo de 2015

Madrid

De vuelta al trabajo, parece que los días hayan pasado volando, aunque se vuelve a comenzar con otro talante, con más energía y de mejor humor.
Madrid me pareció esta vez una ciudad más cálida incluso que la que conocía. El tiempo primaveral invitaba a quedarse en la calle la mayor parte del día. A mi llegada, como si se tratase de una especie de sortilegio, una mujer anciana se dirigió a mí y me dijo sonriendo: ”como te veo, me vi; como me ves, te verás". Me deseó un feliz día y se marchó. Según su apariencia, superaba los ochenta años y paseaba sin dificultad bajo el sol. Vestía con elegancia abrigo rojo, zapatos de medio tacón y bonito bolso con iniciales. Si he de ser como ella, si como la veo, me veré, no tendría ningún problema en firmar ahora mismo un contrato que lo asegurase. En el primer escaparate que vi, apostada en una acera y mirando a mi izquierda, se presentaban todas las clases de vino que se elaboran en una bodega de mi pueblo gallego, y ya es casualidad. Merodear por el rastro en domingo, entre la gente y todo tipo de cachivaches, con mi querida amiga I haciendo de guía, con el sol envolviéndolo todo, me hizo feliz a pesar del cansancio. Los coquetos y umbríos cafés de Malasaña, además de otros tantos muchos rincones inéditos para mi sensibilidad, invitaban a quedarse más tiempo. Otra vez será. El próximo mes viajaremos a otra capital, pero antes, I nos devuelve la visita.


sábado, 7 de febrero de 2015

Recreación

Mamá siempre cuenta que nací con los ojos abiertos. Lo cierto es que soy una persona muy observadora. A pesar de que el tiempo me haya convertido en miope y astigmática, he sabido fijarme en los detalles más que otras personas que gozan de una visión excelente. 
Los defectos visuales quizás nos aportan otra visión de las cosas, a menudo más poética. No es lo mismo divisar la realidad perfectamente nítida, que percibirla como en nebulosa, con el misterio y la magia que ello conlleva. Para un miope, las luces de una ciudad a lo lejos son algo parecido a la aureola que dejan los fuegos artificiales, pero persistente en el tiempo. Un paisaje se asemeja a un lienzo impresionista, donde las formas vienen definidas por la luz. Monet, el Greco o Cézanne percibían la realidad a su manera en un mundo en que la óptica no estaba del todo desarrollada y pintaron cuadros de un estilo irrepetible. El arte como recreación -volver a crear-.
Si a mi miopía y astigmatismo se añaden unas cuantas "moscas volantes", la realidad que percibo se parece a una película con los defectos y marcas que le dan su imperfección característica y que, respecto a mi subjetividad, me confieren un lado más humano.